Las mismas risas analfabetas en el bar
de la esquina.
La esquizofrenia habita en el bajo primera,
hunde las manos en agua destilada y juega
a ser libre.
Me crece una oruga en la boca que sueña
habitar un cubo de rubik con vistas.
La leña materna arde de pena ahogando a
su víctima en leche fría.
Crujir de dedos, la agonía del adiós. Salto al
vacío y reinvento maniobras de escapismo.
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