En esta habitación que nunca quiso
ser de este color me desnudo ante la
nada.
Ahogo mis pasos y escucho las mismas
míseras rutinas de un escorpión malnutrido.
Desde que te fuiste, todo ha seguido
siendo igual. Exactamente igual,pero sin ti.
No más el corazón en la boca, no más
manos agarrotadas como un par de yunques
oxidados y huérfanos.
No más oscuridad. Abro las ventanas. Ya bajo,
esperadme en la calle.
Muero, muero ciega de luz.
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