Ardo, me arde por dentro un laberinto 
de poliestireno expandido caduco. 
Fugitiva constante de mi propia sombra,
me dejo engullir por el anonimato pasivo 
de esta ciudad carcomida por los complejos.
Araño con fuerza mis entrañas quebrando
mi cuerpo en busca de un agujero en el que
esconder el hueso.
Ardo, me arde por dentro un manojo de
juncos salvajes a punto de perder la última
pizca de cordura que poseían.
 
 
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