Vuelta a lamer la cicatriz como
si fuera un terrón de azúcar refinado.
Una sombra duerme conmigo. Acurrucada
gime entre mi esternón y mi hígado,
insomne.
La pesadez en la nuca y esta maldita
costumbre de soportar el propio mundo
sobre mis piernas.
No sé si te lo he dicho alguna vez,
pero eres bocanada viva y fresca de luz
cenital. Siempre alumbrando(me) desde lo más alto.
31/05/2010
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