sobre la puerta quemada
de nuevo la
cerilla muerta
sobre el mármol
azufre consumido
sin permiso
casi con un grito
ahogado
tu mano dormida
mi voz apagada
los nudos corporales
que desaparecen
con la llamada
de la lluvia
el sonido de mis
nudillos sobre
la puerta quemada
de nuevo la cerilla
olvidada
con la boca ardiendo
la garganta aplastada
mi mano
tu voz
y el sonido
de mis nudillos
sobre la puerta quemada
No hay nadie nunca al otro lado
ResponderEliminarTu mano ,su voz y el sonido imperceptible del adiós….te regreso la visita,es un lugar interesante,un abrazo
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