para léptica en su obsesión por la vergüenza
viniste sin venir
escondiéndote bajo
una niebla impura que
te hizo persona
y no te dio vergüenza
dejar ensangrentadas
de guerra mis manos
de timidez oscilante
allí
en el altar cimentado
de un cubículo lleno
de gasolina evaporada
escondiste la mano
tiraste la piedra
y no te dio vergüenza
ser lo que eras
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