el humo amarillea
dientes y córneas
todo es un camino
embarrado del que
hay que saber limpiarse
las botas a lengüetadas
la nada es una cuchilla
oxidada acechando
tus ojos inmóviles
y puros
me detengo en la noche
oigo al alacrán que vive
justo al lado pudriéndose
en la soledad diaria
sus gritos atraviesan
tabiques y venas
llenando la eternidad
de repugnancia
el sueño vomita
sobre el suelo
recién fregado
corrompe mis manos
retuerce mi estómago
me mata
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