ilustración de Ana B.Cepeda
Extinguida de tus ojos forcejeo
como un pequeño salmón kamikaze
a la hora de la muerte.
Ni la verdad sin nombre podría dar
cabida a este millón de nueces huérfanas,
lo sabes.
Pisoteo mi sombra con ira, como si el
tiempo estuviera congelado y puesto
a la venta en cualquier supermercado
de barrio.
Extinguida de ese aliento que un día
daba calor, abro a la par corazón y
nudillos que todo quede limpio.
Extinguida.
Inevitablemente extinguida.
Extinguida de ese aliento que un día
ResponderEliminardaba calor..
Precioso Raquel, seguirè leyendo tus palabras mágicas
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