de las entrañas me supura
un sudor rancio que me
agarra y me mata a golpes
ni el frío más helado
podría frenar esta agonía
de querer arrancarme la piel
ni la última gota de agua
hidrataría mis ojos para
convertirse en lágrima
un sudor rancio
que evapora el aliento
y corta en dos
las córneas
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