La patria quedaba al fondo del pasillo,
entre la espina dorsal de un pez naranja
y la bicicleta que engullía rodillas tiernas.
La infancia del mundo lo era todo.
Nadar boca abajo esperando ver el sol,
levitar como si los pies fueran luciérnagas
y azotar arena fresca a la hora del patio.
Volar, dar un salto mortal y hacer de tus
labios una presa de agua recién nacida.
Cuerpo en extinción, condenado a crecer
rodeado de ratas, cemento agrietado y
cloacas pervertidas por alguna empresa
municipal.
Después, cuando los ojos llenos de luz
acaben inundándolo todo, la velocidad
de los dedos acariciándote disminuirá
considerablemente; dejando a la infinita
niña detrás de la puerta.
Soñando quizá en algún colibrí de
color rojo que venga a beberse el
néctar casero que has preparado y
que guardas frío en la nevera.
entre la espina dorsal de un pez naranja
y la bicicleta que engullía rodillas tiernas.
La infancia del mundo lo era todo.
Nadar boca abajo esperando ver el sol,
levitar como si los pies fueran luciérnagas
y azotar arena fresca a la hora del patio.
Volar, dar un salto mortal y hacer de tus
labios una presa de agua recién nacida.
Cuerpo en extinción, condenado a crecer
rodeado de ratas, cemento agrietado y
cloacas pervertidas por alguna empresa
municipal.
Después, cuando los ojos llenos de luz
acaben inundándolo todo, la velocidad
de los dedos acariciándote disminuirá
considerablemente; dejando a la infinita
niña detrás de la puerta.
Soñando quizá en algún colibrí de
color rojo que venga a beberse el
néctar casero que has preparado y
que guardas frío en la nevera.